Si a las personas que se identifican con una disciplina se les complica explicar conceptos propios de la misma, entonces no es fácil para aquellos que desde afuera pretenden expresar ideas.

La gestión integral del riesgo de desastres es una de esas áreas en las que el lenguaje evoluciona tan rápido que enreda a muchos en su comprensión. Esto ocurre debido a que las definiciones técnicas científicas que se incorporan tienen cierto parecido e imprecisión.

Por ejemplo, nos encontramos con las definiciones de cinco conceptos de “riesgo” que al momento de explicar qué quieren decir cada uno hay que ser cuidadosos. Esos enunciados son los siguientes: residual, aceptable, extensivo, intensivo e inherente.

El riesgo residual es el que no puede reducirse a pesar de los esfuerzos que se hagan. Te pasas toda la vida ejecutando paliativos que no resuelven el problema.

Resides en un lugar de cota baja donde existe una cañada, y las autoridades limpian y canalizan cada cierto tiempo, pero siempre que llueve se inunda la comunidad.

El riesgo aceptable consiste en que en un nivel determinado las pérdidas potenciales son aceptables. Tiene que ver con las condiciones ambientales, sociales, políticas, económicas, culturales y técnicas existentes.

El lugar donde siembras el maíz se encuentra cerca de un canal; sabes que durante el proceso de desarrollo del cultivo los aguaceros sacan de cauce las aguas del canal y se pierde una parte de la producción, pero siembras cada año en el mismo lugar, aceptando las pérdidas.

El riesgo extensivo se caracteriza por la exposición de poblaciones aisladas que viven en condiciones de peligro habitualmente. Suelen estar presentes en comunidades vulnerables de zonas rurales o urbanas.

La comunidad la Barquita, en Sabana Perdida, es un ejemplo del tipo de riesgo extensivo. La población sabe que está expuesta a inundaciones cada temporada de huracanes; piensa que puede sufrir por el impacto de lluvias e inundación y no toma medidas.

“Los riesgos intensivos suelen ocurrir o estar en las grandes ciudades con zonas densamente pobladas”.  Los factores de vulnerabilidad son elevados y la capital del país corre el peligro de vivir la experiencia de un sismo importante.

Se suma el crecimiento de la población, las construcciones que no cumplen el código de edificación sismorresistente y la probabilidad de que ocurra un evento geológico de gran magnitud.

Para finalizar, el riesgo inherente existe en cualquier acción que se desarrolle. Inviertes en un proyecto, en un lugar donde las cosas que haces implican proponer ideas diferentes, de carácter internas y externas, y el riesgo siempre estará espiando.