La XXVI Cumbre Iberoamericana mostrará los próximos jueves y viernes en la ciudad guatemalteca de Antigua una región políticamente renovada en la que brillará por su ausencia el liderazgo femenino.
La secretaria general iberoamericana, la costarricense Rebeca Grynspan, será la una única voz femenina en una cumbre que mostrará una Iberoamérica bajo el mando de hombres, un fenómeno que no ocurría desde hace una década antes de que este año finalizara el gobierno de la chilena Michelle Bachelet.
La región, que se destacó hace 28 años cuando en Nicaragua se eligió a Violeta Chamorro como presidenta, este año hizo un cambio en su política de inclusión e igualdad en las diversas elecciones celebradas, en las que los hombres fueron los elegidos para dirigir los destinos de sus países.
Para Nadia Ramos Serrano, presidenta de la Red de Mujeres Iberoamericanas y miembro del Comité de Mujeres de las Américas de la OEA, aunque llama la atención el giro que dieron varios países esto no es negativo cuando 10 mujeres ocupan hoy las vicepresidencias de sus países.
«Ahora se han convertido en la mano derecha del poder y de esta manera ellas pueden promover una candidatura presidencial o en todo caso pueden asumir liderazgos dentro del espacio legislativo u otros espacios de poder como ser ministras de Estado», declaró a Efe Ramos.
Las elecciones presidenciales de este año evidenciaron el protagonismo de mujeres que se convirtieron en la fórmula presidencial de varios candidatos como Marta Lucía Ramírez, en Colombia; Delcy Rodríguez, en Venezuela; Mercedes Araoz, en Perú; Epsy Campbell, en Costa Rica; y Alicia Pucheta, en Paraguay.
La falta de nuevas mandatarias en la región apunta a varios factores que desilusionaron a los ciudadanos, entre ellos la corrupción que permeó a los gobiernos salientes desde 2016, como fue el de Cristina Fernández en Argentina o el de Dilma Rousseff en Brasil, hasta las candidaturas de Keiko Fujimori, en Perú.
Otro hecho para Ramos, experta en género, también recae en la cultura machista y los estereotipos que todavía se evidencian en Latinoamérica hacia la mujer, por el hecho de su estado civil o si es o no madre, situación que, según ella, afectó a la candidata peruana Lourdes Flores en 2006.
«Todavía seguimos viendo en América Latina un trato sexista hacia las mujeres políticas y para ello hay algunos países que han tomado medidas con respecto al acoso político para reducir este tema de violencia de género por parte de los medios, por parte de algunos partidos opositores o los propios copartidarios», señaló.
Y a pesar de que la región ha dado pasos para cambiar los paradigmas, todavía queda camino por recorrer, pues ahora la labor recae no solo en las mujeres que participan en la vida política, sea en la dirección de ministerios u otros entes públicos, sino también en los partidos de cara a futuras candidaturas.
Precisamente, los temas sociales como el de la igualdad marcarán la Cumbre que en esta nueva edición, bajo el lema «Una Iberoamérica próspera, inclusiva y sostenible», tendrá como reto impulsar una agenda de género, de reducción de la desigualdad, en aras de la promoción de una mayor presencia de las mujeres en la política.
«En cuanto a la promoción de las mujeres estamos viendo que solo se dedican a asuntos sociales, de donaciones, de fiestas cuando su rol principal y dinamizador debería ser promover la participación política de otras mujeres y garantizar que las agendas electorales estén compuestas por la mayor participación política», consideró Ramos.
La Universidad Nacional de México evidenció a través de una investigación que los medios de comunicación dan una cobertura tres veces mayor a los hombres que están en campaña electoral que a las mujeres.
Una de las premisas propuestas en varios encuentros de mujeres líderes en Latinoamérica, ante la ONU o la OEA, ha sido la prioridad de invertir en la educación y capacitación de las mujeres políticas para que puedan construir con base en decisiones su campaña electoral y «ya no ser parte de una estructura política».
Mientras tanto, desde las Vicepresidencias a cargo de mujeres que han generado un protagonismo en sus países, la confianza recae en que una nueva generación de líderes resurja y posiblemente en cuatro años su presencia remarque en los encuentros regionales e internacionales.