Por: Mtra. Petronila Dotel, historiadora.
La guerra restauradora fue la lucha del pueblo dominicano contra la anexión a España, hecho perpetrado por el grupo conservador dirigido por Pedro Santana, el 18 de marzo del 1861. El Grito de Capotillo fue la acción iniciadora de la segunda etapa contra los anexionistas, que a partir de entonces verán la bravura de los aguerridos patriotas y la actitud resuelta de sus líderes más preclaros.
Militarmente, España debió vencer. La cantidad de hombres que mandaron a la entonces ´´provincia de ultramar´´ pasaron de 60, 000 durante los dos años de lucha, 1863-1865. El historiador Emilio CorderoMichel al respecto escribió:
´´España llegó a tener hombres de todas las armas, integrados por 41, 000 peninsulares, 10, 000 cubanos y puertorriqueños y 12, 000 dominicanos. Además 27 buques, mucho de ellos de vapor, y casco de metal que mantuvieron un estricto bloqueo naval a toda la isla para evitar que los restauradores recibieran pertrechos bélicos. ´´
Nuestro ejercito estaba formado por hombres en su mayoría campesinos sin formación militar. Pedro Francisco Bonó, ministro de Guerra del gobierno restaurador, citado por Emilio Cordero Michel, describe las características del cantón de Arroyo Bermejo, uno de los lugares claves de la lucha militar, recoge que:
-Muchos de los combatientes dormían en yaguas; éstas, además, les servían de techos en muchos casos.
-Todos estaban descalzos, unos solo tenían camisa, otros, pantalones sin camisas.
-Se resalta textualmente que:
´´La comandancia de armas era el rancho más grande de todo el cantón, donde todo estaba colocado como Dios quiera. El parque era ocho cajones de municiones que estaban encima de una barbacoa y acostado había un soldado fumando tranquilamente su cachimbo. Varias hamacas tendidas, algunos fusiles arrimados, dos o tres trabucos, una caja de guerra, un pedazo de tocino, y 40 ó 50 plátanos era todo lo que había.
¿Cómo le ganamos en tales condiciones a una potencia como España?
Estas y otras razones dieron el triunfo al mal armado ejército dominicano, logrando dejar estupefacto al mundo colonialista:
“Y el incendio que atónito
de Castilla al soberbio León
de las playas gloriosas se aleja
donde flota el cruzado pendón”
Y con orgullo repetimos hoy:
“Libertad que los ecos se agiten
mientras llenos de noble ansiedad
nuestros campos de gloria repiten
libertad, libertad, libertad.